Entonces el le continúa haciendo preguntas . . . - ¿Qué te pasó? -preguntó el-. - A mi nada -ella contestó-. - ¿Y entonces?, ¿a quién si? -pregunta el con insistencia-. - No, pues que yo sepa, a nadie. Es solo un sentimiento que me surgió, acompañado de unos nervios en la panza, y me viniste a la mente -le contestó inmediatamente-.
Y luego de una pausa de dos minutos. El le confiesa. - Pues si pasó algo, tenía una oleada de tristeza justo ocho o diez minutos antes de que me escribieras, sentía como mi corazón se aplastaba. Pero me saqué rápidamente de allí, y después me sentí contento. - Justo entró tu mensaje cuando recuperé la cordura.
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